Daniel camina frente al mar, mira al horizonte, pero ella no vendrá, han pasado meses desde su
último encuentro, aquella mujer de cabello rojo y ojos verdes, que cada
atardecer bajaba a la playa con un cuaderno de dibujo y carboncillos, sentada entre las rocas a plasmaba el entorno, las olas en su vaivén, eran tan
perfectas que parecía escucharse el
sonido, las gaviotas volando, parejas jugueteando en la arena, incluso a él, así fue como la conoció, ella le miraba y
sonreía, le hizo un retrato a él con
Jack su cocker, curioso se acercó, quedó sorprendido de la facilidad de aquella
bonita mujer para el dibujo, le pidió disculpas por su atrevimiento y se
presentó, su nombre era Anais, me entregó la hoja, recogió sus enseres , con la
mano de dijo adiós y se marchó, la contemplaba mientras se alejaba, su
sencillez le había cautivado., desde aquel día Daniel esperaba ansioso la hora
del paseo con su perro..
Entre ellos nació una hermosa amistad, así lo sentía Daniel,
Anais le contó que era enfermera, trabajaba en el hospital, aunque en ese momento se encontraba
de baja laboral a causa de una depresión, el dibujo le servía de terapia,
Anais, era una mujer extrovertida, alegre, aunque en su mirada
se reflejaba melancolía, despertó un gran interés en Daniel, desde el
primer momento se sintió profundamente atraído por ella, cuanto más la conocía
le parecía más fascinante , aunque llegó un momento en que a Daniel no le cuadraba que una mujer como aquella
atravesara una depresión, él era asistente social además licenciado en psicología, ella no parecía
padecer ninguno de los síntomas, no encajaba
en el perfil, en ocasiones, algo
en ella le inquietaba.
Daniel la invitó a
salir una tarde, tomar un refresco en una terraza, ella lo rechazó amablemente,
que ocultaría siempre evitaba que la
acompañara a casa, eran amigos, creía
saber todo de ella, no sabía que pensar, ella se mostraba cariñosa , como si
sintiera algo por él pero a la vez distante, decidió que lo mejor era disfrutar
los momentos junto a ella, conformarse con verla en la playa, no perdía la
esperanza de que su actitud cambiara.
Sus encuentros duraron cerca de un año, Daniel la llamaba su
chica de la playa, en este tiempo se besaron en un varias de ocasiones, aunque después ella se
levantaba y lo dejaba solo, tras su
último beso, cuando parecía que pasaría algo más entre ellos, Anais con la voz
entrecortada le susurro que no quería dañarlo, por favor no preguntara, Daniel
le acarició su bello rostro, necesita saber que sucedía realmente, si jugaba
con él, ella pasó sus dedos por los labios de él y le hizo callar, al día
siguiente ella no apareció, Daniel esperaba que fuera por algo fortuito, una
semana después seguía sin tener noticias de Anais, no tenía modo de contactar
con ella, imaginó mil situaciones, aunque acabó pensado que solo era una loca
que se había divertido burlándose de él.
Pasaron meses y un día en el lugar de la playa en el que se
reunía con Anais encontró su blog de dibujo, Daniel sorprendido, comenzó a
mirar hacia todas direcciones, pero ella no estaba, triste , lo cogió para hojearlo, en la primera
página había un escrito, Anais le pedía disculpas por su comportamiento pero
no explicarle su situación, tan
solo decía que fue sincera en sus
sentimientos hacia él, su nombre no era Anais, ni era enfermera, tampoco
padecía depresión, esperaba algún día
regresar y contarle toda la verdad, no estaba loca como seguro
pensaría , era algo complicado y
peligroso, como el estar un lugar en un momento que no era el adecuado y ver lo
que no debía, le encantaría contactar con él pero no se lo permitían, había
logrado dejar el cuaderno de paso hacía una nueva ubicación, le estaba dejando
pistas para que el fuera capaz de deducir por lo que estaba pasando ella, en la última hoja estaba escrito su
nombre real en un dibujo que era para él, que lo observara detenidamente pues
le diría mucho más. Daniel, desconcertado busco ese dibujo, eran el mar picado,
entre la espuma, unas letras esparcidas, al colocarlas se podía leer Georgina, una caracola era
arrastrada a la orilla, dentro en, tres siglas P. d T., Daniel pensó que eso
era una locura, lo descifró como
Protección de Testigos, en la arena estaba escrito Te amo.
Daniel se levantó y con el cuaderno en las manos dejó la playa, mientras se alejaba en su mente el rostro de aquella mujer y un
solo pensamiento, quizás algún día volvamos a encontrarnos.
Magda Jardí
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